Durante todo mi embarazo he reido y he cantado más que en toda mi vida.
Las hormonas al chup chup.
Me daban continuamente ataques de risa incontrolables,
no podía parar ni de reir ni de llorar de la risa.
Cantaba por la mañana, por la tarde, al levantarme de la siesta, en la ducha, paseando, en silencio en mi cabeza, en la oficina.
Cantaba de todo y de todos los estilos, pero al igual que otras embarazas han sufrido en sus propias carnes los antojos alimenticios, yo sufrí el antojo de Barbra.
Barbra Streisand me acompañó casí los 9 meses de embarazo, y en concreto esta canción:
No me pregunteis por qué, pero me sensibilicé a The Way We Were y si no la cantaba, la tarareaba... incluso en pleno trabajo de parto, cuando me venía una contracción tenía la melodía en mi cabeza.
Pero la cosa no terminó ahí. A Cachorro le caló hondo. Tanto tanto que cuando está cansado o nervioso se la canto. Bajito. Y Cachorro me mira fijamente con esos ojazos azules y me dedica media sonrisa que me llena el alma. Inmovil, sin tan apenas pestañear se queda mirándome, recordando quizá que antes de vivir en este mundo grande y ruidoso estuvo viviendo en mí.
Las hormonas al chup chup.
Me daban continuamente ataques de risa incontrolables,
no podía parar ni de reir ni de llorar de la risa.
Cantaba por la mañana, por la tarde, al levantarme de la siesta, en la ducha, paseando, en silencio en mi cabeza, en la oficina.
Cantaba de todo y de todos los estilos, pero al igual que otras embarazas han sufrido en sus propias carnes los antojos alimenticios, yo sufrí el antojo de Barbra.
Barbra Streisand me acompañó casí los 9 meses de embarazo, y en concreto esta canción:
No me pregunteis por qué, pero me sensibilicé a The Way We Were y si no la cantaba, la tarareaba... incluso en pleno trabajo de parto, cuando me venía una contracción tenía la melodía en mi cabeza.
Pero la cosa no terminó ahí. A Cachorro le caló hondo. Tanto tanto que cuando está cansado o nervioso se la canto. Bajito. Y Cachorro me mira fijamente con esos ojazos azules y me dedica media sonrisa que me llena el alma. Inmovil, sin tan apenas pestañear se queda mirándome, recordando quizá que antes de vivir en este mundo grande y ruidoso estuvo viviendo en mí.
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